Читать книгу Un domingo cualquiera онлайн

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¿Alguien le propuso, en su caso y como proyecto de vida, el dedicarse a la política? ¿Hacer campañas y obtener votos? ¿El dar a conocer, de manera pública, sus opiniones y posturas ideológicas? ¿El conducir su quehacer para nutrir una figura impuesta, o al menos, determinada por las circunstancias?

Para qué decir de la subordinación al marido, a sus creencias e imágenes, a su rol y a las obligaciones asumidas.

Y con un costo personal y de la prole. Una madre que consintió e hizo suya la causa y los embarcó en el ejercicio de los deberes del padre, a quien considera ser un hombre señalado, llamado por el destino.

Sin protagonismos ni apariencias, su intrínseca prestancia la hacía sentir el puntal de su marido; sin advertir que ese hombre había mutado, consumido en su nueva filiación con la soledad intrínseca del poder.

I.2 La secretaria de Palacio

Rosa venía con el presidente de hace años, en sus oficinas profesionales.

Con bastante fundamento, consideraba ser su compañera diurna, conocedora de su temperamento, sus inquietudes y sus gustos.

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