Читать книгу Un domingo cualquiera онлайн

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Los académicos fueron interpelados por su falta de visión y los alumnos, vistiendo sus uniformes, se pusieron lentes oscuros como emblema. Para sorpresa, algunas profesoras se integraron a la protesta estudiantil.

Como si no fuera suficiente, el cuerpo del profesorado en masa inició una marcha callejera contra los estudiantes que, con su toma y sus protestas, paralizaron la escuela a la cual no pueden ingresar.

Los jóvenes replican que esto es un absurdo, equivalente a decir que los chicos abusan de los grandes; que los débiles dominan a los poderosos; y que los seguidores enjuician a sus líderes.

El gobierno tomó conocimiento de esta compleja situación, quedando en manos de la destacada ministra Marianne. Y, una vez evaluado el escenario y los conceptos principales del debate, citó a su despacho únicamente al grupo minoritario de profesores y académicos integrados a la protesta de los estudiantes.

La ministra vestía, como le era usual, traje de pantalón y chaqueta, marcando su temperamento. Y vaya sorpresa... Los pocos profesores presentes también portaban los lentes oscuros que se sacaron iniciada la sesión.

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