Читать книгу Un domingo cualquiera онлайн

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Con esta disconformidad en los balances, urgía entonces una Investigación al banco encabezado por Pedro, en Roma.

Durante esta década, también había mantenido estrechos lazos con la jerarquía de su orden religiosa, Los Hermanos Contemporáneos, que está establecida en todos los países de Sudamérica.

Pedro había sido enviado tanto a Argentina como a Brasil por largos años, antes de llegar a Roma, por lo que mantenía con ellos sus relaciones y compartía su vocación con los institutos tecnológicos y científicos que requerían de cuantiosos financiamientos en diversos países, que excedían en mucho los límites de las donaciones libres de impuestos.

Los recursos de esta índole los ingresaban como fondos a rendir, en partidas que involucraba responsablemente a sus administradores, con quienes Pedro mantenía una estrecha amistad, porque compartían en profundidad el misterio de la orden.

Los Hermanos Contemporáneos manejaban y, a través del Banco del Vaticano, financiaban el aparato académico de la formación del hombre nuevo, del hombre universal; que, proveniente del planeta Tierra y bajo este patrocinio, formaría los viajes planetarios en la búsqueda de nuevos hermanos con quienes establecerían sucursales humanas.

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