Читать книгу Un domingo cualquiera онлайн
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En este escenario tan sorprendente, el presidente atinó a bajarse del auto y prender su teléfono, en el que estaba Rosa conectada.
Rosa: (a viva voz) Presidente, el ministro del Interior, ante la interrupción de la programación en todos los canales al ser dada la noticia de acusación de la más grave estafa en esta década en la comunidad europea, cometida por ejecutivos del Banco del Vaticano… guiados por su silencio.
Se expresa con temple y empoderada, como se ha visto en otras complejas circunstancias.
Rosa: Deme sus instrucciones…
Silencio del presidente.
Rosa: Le mandé a su correo un resumen ejecutivo preparado por el ministro y le recomiendo que lo lea antes de encontrarse con las versiones e inquietudes… antes de enfrentar a su familia.
En estas dos horas he contestado varias llamadas de la primera dama... ¿me escucha, presidente?
Su reacción ha sido muy agresiva.
Le estoy mandando la lista de los llamados recibidos, varios de ellos de nuestras embajadas en el exterior.
Debe prepararse, jefe, también me pidieron explicaciones los dos niños. Su reacción es de incredulidad, de preocupación por el padre y luego, les surgió el temor a perder sus postulaciones a la universidad de New York.