Читать книгу Elige solo el amor: La relación divina. Libro VI онлайн

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También estamos unidos a ti cuando duermes, cuando preparas el desayuno, cuando deliberadamente te sumerges en oración. Somos uno contigo aun cuando estás haciendo las cosas del mundo, sean las que sean. Recuerda que ya no vives tú, sino que es Cristo quien vive en ti.

Una luz salutífera y esplendorosa te rodea por todas partes, aunque los ojos del cuerpo no sean capaces de verla. La belleza de esa luz se extiende hasta los confines del universo dando luz y vida a todo. Es la luz del Cristo viviente que brilla en ti. Es la luz de tu ser.

Envuelto en la aureola de santidad en la que fuiste creado, tú que recibes estas palabras aquí y ahora, vas por el mundo disipando la niebla, haciendo que los nubarrones se transformen en lluvia y devuelvan a la tierra el agua que le fue arrebatada, por causa de la condensación de la consciencia.

¡Oh, santa hija de Dios! ¡Alma que vive como niña eterna! ¡Oh, pureza del alma santa! ¡Bendición de la creación! Tú que has hecho la opción por el amor y te has hecho consciente de la relación divina en la que existes y eres, has de recordar que un manantial de gracias y milagros fluye desde el corazón de la Madre de los vivientes hacia tu ser y desde él hacia todo lo que existe. Alma bendita, tu función es iluminar porque eres la luz del mundo. Esta afirmación es tan poderosa que por más que la expliquemos de mil maneras diferentes, nunca lograremos abrazar la vastedad inasible de lo que encierra el misterio profundo de amor y verdad que eres.

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