Читать книгу Club de brujas. Una guía de inicio al Tarot y la Astrología онлайн
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Por ejemplo, no es lo mismo relacionar a la mujer con características de sumisión y obediencia, y de sacrificio (algo exaltado por las religiones más predominantes actualmente) que poner a su disposición más alternativas para poder identificar aquello que le provoca pasiones y cuestionamientos.
Aun más: el culto a la Gran Diosa precedió –remontándose a 5000 años antes de Cristo– a los panteones de estructura patriarcal y predominantemente masculinos; sobre todo en los países germánicos y nórdicos, las civilizaciones mediterráneas, y en varias partes de Asia menor. Se la conoció con muchos nombres: Astarté, Ishtar, Inanna, Nut, Hathor, entre otros. La Gran Diosa era la fuerza femenina en conexión con el origen de la vida y su destrucción, así como rectora de la naturaleza. Su rol no era únicamente como Madre sino también como amante y deidad omnipotente. Con el paso del tiempo, fue haciéndose lugar una perspectiva más patrifocal de la divinidad, y las características de la Gran Diosa se fragmentaron en varias deidades. Por eso podemos identificar a una diosa “del amor”, “de la maternidad”, “de la sabiduría”, etc. en muchas de las mitologías que sobrevivieron de la antigüedad.