Читать книгу Ni una boda más онлайн
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–Ay, no. Ni siquiera empieces. Te sientas ahí como un juez, pero apuesto a que tienes en tu casa una pila de revistas de vida salvaje o de autos, o cualquier otro pasatiempo de pueblerinos que te guste. Es lo mismo, solo que el mío está mejor organizado.
Con ese toque divertido era mucho más difícil cortar la charla. La gatita tenía garras y le gustó la forma como las había sacado.
–Suena como si quisieras que te invite a mi casa.
–Con lo grande que es tu ego, dudo que quede espacio para mí –Violet empezó a alejar su silla y él presionó con las palmas sus propios muslos para evitar pedirle que se quedara.
Si lo hiciera, también tendría que disculparse por ser un imbécil por lo de la carpeta y por la broma sobre iniciar un incendio. Pedir disculpas no era uno de sus muchos talentos, y cuanto más rápido huyera, más rápido podría apartarla de su cabeza.
–Gracias por recordarme por qué he renunciado a los hombres –murmuró Violet. Dio un paso para alejarse.
La puerta se abrió y sonó la campanilla. Violet soltó un gritito y cambió abruptamente de rumbo. Se lanzó hacia la mesa, saltó la silla y se dejó caer al suelo al lado de los lodosos Adidas de Ford.