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–Aquí tienes. Varios pasteles para revisar.

Ford le echó un vistazo a la página titulada “Mis pasteles de boda soñados”.

–Guau. Eso es… intenso. Nivel asesino serial-obsesivo, pero la víctima son los pasteles.

–Ford. Sé amable –la esposa de Shep colocó una mano en el hombro de Violet–. Ignóralo. Lo que quiso decir es gracias.

No, lo que quiso decir fue carajo, tiene toda su boda planeada. Y no debería haberle tocado la mano o haber bromeado con ella en la cocina y ¿por qué odiaba tanto la idea de que estuviera comprometida?

Addie apoyó los antebrazos y se inclinó sobre la mesa.

–Son preciosos. Ya veo lo que quieres decir sobre las flores, aunque el púrpura no es realmente mi color –giró la carpeta para tener mejor visibilidad–. A pesar de que entiendo tu aversión hacia los dientes de león, Lex, me gusta el amarillo. ¿Qué hay de las margaritas y los girasoles? ¿Son hierbas? Sé que están en el campo, pero quiero que la decoración combine con lo que siento cuando recuerdo que me caso con Tucker: felicidad.

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