Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн
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Gudrun comenzó a dudar mientras permanecía recostada. Se levantó de modo tan brusco que Tristan estuvo a punto de caer al suelo.
—Oh, Dios, ¿qué hemos hecho? —gimió ella—. Oh, pobre de mí. Ahora tendré que vomitar en el lago. No, ya no podemos vernos nunca más y jamás seré capaz de mirarlo a los ojos. ¿Qué va a pensar de mí después de haber sido una presa tan fácil para su arte de seducción? Ahora estaré deshonrada para siempre.
Tristan estaba destrozado. Ella tuvo que tranquilizarlo y darle consuelo y más tarde se separaron con vergüenza, prometiendo olvidar se mutuamente, sin mencionarle nada a nadie y no verse nunca más. Toda la aventura fue una experiencia angustiante y difícil de asimilar para Tristan. Y todavía resultaría más amarga...
***
Villemo encontró a Irmelin junto a la iglesia. Irmelin, con su sonrisa bonita y amable, siempre tranquila e imperturbable. Hija de Mattias e Hilde, nieta de Yrja. Irmelin había heredado su carácter de aquellas tres personas de buen corazón y de la abuela de Hilde. No poseía ninguna de las debilidades de su abuelo materno, Joel el hombre nocturno, o de su abuelo paterno Tarald. Se había convertido en una chica fuerte y gentil. Aunque prácticamente le sacaba una cabeza a Villemo, apelaba al instinto protector de los hombres. Sin duda gracias a su sonrisa cálida y conmovedora.