Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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—Claro que no, señorita Gudrun. ¡Por supuesto que no!

Aunque ella remarcaba sin cesar que era tímida, por algún motivo había continuado acercándose más a él. Tristan, abrumado por un mareo abrumador y violento, no había percibido nada más que la proximidad encantadora de la joven, su cabello sobre su mejilla, el cuerpo de Gudrun contra el suyo, sus labios apasionados y húmedos. Y ahora, en un momento de claridad, Tristan notó que estaba recostado entre dos cueros de cerdo. Ella continuó tirando de las prendas del muchacho hasta dejar al descubierto la parte inferior de su cuerpo.

Por una fracción de segundo, Tristan pensó: «Dios, ¿cómo es posible que viole a esta pobre chica?» Pero luego fue incapaz de pensar más. Sentía que era un toro salvaje azuzado para avanzar. Después, sintió que estaba a punto de perder la consciencia porque había sido una experiencia realmente maravillosa.

Gudrun se apartó a un lateral del inseguro chico con una mueca. Había una sonrisa desagradable y triunfal en el rostro de la joven. Ahora lo había hecho. La venganza por toda aquella humillación...

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