Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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Acordaron un punto de encuentro. Tristan quería despedirse dándole un beso en la mano, pero ella se apartó rápido y corrió a casa como un animal del bosque.

Tristan cabalgó de regreso a Elistrand con el corazón rebosante de alegría.

***

Villemo estaba inquieta. Dominic había regresado a Lindealléen y la tarde parecía eterna.

—Cielo santo, Villemo. Deja ya de caminar como una gallina clueca —dijo Kaleb—. ¿No puedes quedarte quieta solo un segundo?

—No, creo que pasearé al perro. Necesita correr un poco en el prado.

—¡Solo asegúrate de que no persiga un jabalí salvaje!

—¿El perro? Me gustaría ver si algún día sería capaz de matar un jabalí.

El viejo can cazador de alces noruego andaba en silencio junto a ella mientras Villemo caminaba por el prado rumbo a las lindes del bosque. Paseó allí de un extremo al otro durante unas horas, desde un lugar con perspectiva ventajosa a otra, hasta que el atardecer la obligó a volver a casa.

—Villemo —dijo Kaleb sonriendo cuando vio a su hija atravesar la puerta—. ¡El pobre perro está exhausto!

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