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como el rayo del sol a un rostro frágil; y, pues no las puedo mirar fijamente, heme de contentar con decir poco.
Su belleza llueve resplandores de fuego, animados de espíritu gentil,
creador de todo buen pensamiento;
y rompen como un trueno
los vicios innatos que a los demás hacen viles. Por eso la dama que vea su belleza
en entredicho, porque no parece humilde y quieta, mire a la que es ejemplo de humildad.
Éste que humilla a todo ser perverso,
fue por Aquél pensada que creó el Universo. Canción, parece que hablas al contrario
de cuanto dice una hermana que tienes;
pues que esta dama que tan humilde muestras,
ella la llama fiera y desdeñosa.
Sabes que el cielo siempre es luciente y claro, y cuán no se enturbia en sí jamás;
mas nuestros ojos asaz
llaman a la estrella tenebrosa;
así cuando ella la llama orgullosa no la considera conforme a verdad; mas según lo que ella creía. Porque el alma tenía,
y aún teme tanto, que paréceme fiero
todo cuanto veo allí donde ella me oiga. Excúsate así, si lo has menester,