Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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Digo, pues, que irás como si dijera: «Tú ya eres perfecta, y tiempo es ya de que no te estés quieta, de que andes, porque grande es tu empresa». Y cuando llegues al lugar donde esté Nuestra Señora, dile tu menester. Pues se ha de notar que, como dice Nuestro Señor, no se deben echar las margaritas a los puercos; porque a ellos no les aprovecha y a las margaritas les daña; y como dice el poeta Esopo en la primera fábula, más le aprovecha al gallo un granito de trigo que una margarita; y por eso deja ésta y coge aquél. Y considerando esto, con cautela digo y ordeno a la canción que descubra su menester allí donde se encuentre esta dama, es decir, la Filosofía. Encontrará a esta dama nobilísima cuando encuentre la cámara, es decir, el alma en que se alberga. Y la filosofía no sólo se alberga en los sabios, sino también, como se ha demostrado más arriba en otro Tratado, está por doquier vive el amor de ella. Y a estos tales les digo que manifiesten su menester, porque a ellos les será útil su sentido, y ellos lo recogerán.