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Día 12 de septiembre

Todo ha acabado. Regresamos a Arkangel. He perdido cualquier esperanza de ser útil a los demás y de alcanzar la fama… y he perdido a mi amigo. Pero intentaré describirte detalladamente estos amargos acontecimientos, mi querida hermana. Y si los vientos me llevan a Inglaterra y a ti, no seré del todo desgraciado.

Día 9 de septiembre: el hielo comenzó a ceder, y los bramidos del mar, como truenos, se oían en la distancia, a medida que las islas se desprendían y se resquebrajaban en todas direcciones. Estábamos corriendo un extremo peligro. Pero como lo único que podíamos hacer era permanecer pasivos, dediqué todas mis atenciones a mi desdichado huésped, cuya enfermedad se agravó hasta tal punto que siempre permanecía en cama. El hielo se resquebrajó por detrás de nosotros y los témpanos fueron arrastrados rápidamente hacia el norte. Una brisa se levantó desde ese preciso cuadrante… y el día 11 se abrió un paso hacia el sur y el barco quedó liberado. Cuando los marineros lo vieron, y comprobaron que el regreso a sus pueblos estaba prácticamente asegurado, estallaron en gritos de incontenible alegría… que duró mucho tiempo. Frankenstein, que estaba adormilado, se despertó y preguntó la razón de aquella algarabía. Era incapaz de contestarle. Preguntó de nuevo… «Gritan», dije, «porque pronto regresarán a Inglaterra».

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