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Basándose en sus observaciones del manuscrito original en la Biblioteca Bodleiana, Gómez Tejada, que también hace referencia a una comunicación personal con Diana Magaloni Kerpel, propuso que los dos pintores usaron una paleta constante y restringida, compuesta de negro de humo, una pintura blanca que Gómez Tejada llama tizatl (comúnmente mezclada con otros colores), un amarillo orgánico que identifica como zacatlaxcalli, rojo de cochinilla, un púrpura que identifica como camopalli, ocres cafetosos y azul maya. Gómez Tejada también observa que, en ocasiones, estos colores fueron superpuestos y mezclados. De la misma manera, Gómez Tejada nota que los textos alfabéticos usan tintas ferrogálicas que también son empleadas para corregir detalles de la imagen, que lo llevó a suponer que el color rojo usado para trazar las inscripciones alfabéticas de los signos de años en el folio 1v es minio, o sea, rojo de plomo. En suma, Gómez Tejada (2012, 136) recalca que el Códice mendocino fue un proyecto coherente e individual, pintado por al menos dos artistas que, conscientemente mezclaron materiales, técnicas y modos de representación nativos y europeos, a manera de “mecanismos retóricos conscientes y poderosos que son empleados para llevar a cabo las prioridades narrativas de los artistas y autores del trabajo, antes que ser simplemente abordados o emulados”.

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