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Nitwitini volvió a agitar las manos y le dirigió una mirada significativa. Lark dejó escapar un suspiro. La purpurina se desprendió de sus hombros con la acción. Al quitarle el sombrero, Nitwitini le dio la vuelta al accesorio.
No salió nada.
Los niños se inclinaron hacia delante en sus asientos tratando de ver si había algo que ver. El conejo que debía saltar no aparecía por ninguna parte. El silencio era ensordecedor.
La sonrisa de Nitwitini vaciló ante la multitud de niños que miraban. Se rió nerviosamente. "Creo que no te he oído. Vuelve a decir las palabras mágicas. Más alto esta vez para que el señor Conejo pueda oírte".
Los niños respondieron con entusiasmo. Una vez más, gritaron la antigua palabra mágica. Desde detrás de la cortina, Spin volvió a tocar el tambor.
El Gran Nitwitini dio la espalda a los niños y comenzó a agitar las manos. Miró a Lark mientras lo hacía. Esta vez su sonrisa era genuina. Spin sabía que su amiga estaba disfrutando de la actuación.
Finalmente, después de toda la fanfarria, Nitwitini volvió a coger el sombrero de su ayudante. Le dio la vuelta al sombrero.