Читать книгу El Duque Y La Pinchadiscos. Un Dulce Romance Real онлайн

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—"Pero te diré esto", dijo Lark enlazando su brazo con el de Spin, "estoy cansada de tirar del peso de los hombres".

—"Amén a eso, hermana".

Lo mismo ocurría en la industria musical. Los hombres tenían la mayor parte del poder, ya fueran productores, promotores, artistas o pinchadiscos. La industria del entretenimiento era dura para las mujeres.

—"Podrías volver a bailar", ofreció Spin mientras doblaban la esquina que les llevaría a su calle.

Era otra afirmación retórica que no merecía una respuesta real. Spin sabía que a su amiga le había picado el gusanillo de la magia. Lark estaba en ello de por vida. Su cuerpo de bailarina era lo que le conseguía trabajos con magos que querían embutirla en lugares pequeños, cortarla por la mitad y utilizar su aspecto para distraer al público. El problema era que Lark tenía más talento que todos los hombres a los que había ayudado.

—"Solo necesito que alguien vea mi talento y me quiera sola en un escenario", dijo Lark. "No como compañera".

—"Bueno, tú eres mi heroína".

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