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“Dios sabía que una rebelión [de Satanás] tan decidida no permanecería inactiva [...]. Procuraría destruir la felicidad de Adán y Eva. Trataría de incitarlos a la rebelión, con plena conciencia de que eso produciría tristeza en el Cielo”.72 Por extraño que pueda parecer, Satanás tuvo dificultades para tomar esa decisión. Solemos pensar en Satanás como un ser totalmente depravado que se deleita en infligir tanto dolor y sufrimiento a los seres humanos como sea posible, y no tengo ninguna duda de que es una evaluación correcta de él hoy en día. Sin embargo, nadie se vuelve totalmente perverso en una fracción de segundo. Aquellos que eligen seguir sus sentimientos rebeldes se transforman gradualmente en perversos. Durante las primeras etapas de su rebelión, Satanás no se degradó totalmente. Elena de White dijo que él todavía tenía suficiente conciencia en el momento en que fue echado del cielo para que se estremeciera “al pensar en sumergir a la santa y feliz pareja en la miseria y el remordimiento que él mismo debía soportar. Parecía indeciso: a veces, firme y resuelto; otras, dubitativo y vacilante”.73 A pesar de todo, tomó la decisión de desviar su hostilidad que tenía hacía Cristo, y se enfocó en Adán y Eva. Y tenía un par de razones interesantes para hacerlo.

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