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La segunda parte del versículo 13 describe el adorno de Lucifer: “De toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación”. ¡Evidentemente Lucifer fue un ángel muy hermoso!

El versículo 14 hace tres afirmaciones que solo se pueden aplicar a Lucifer antes de su caída, y no al rey de Tiro. En la primera declaración, Dios dijo: “Tú, querubín grande, protector”; luego, en la segunda parte dice: “yo te puse en el santo monte de Dios”, y en la tercera parte: “En medio de las piedras de fuego te paseabas”.

Comencemos con “Tú, querubín grande, protector”. ¿Qué nos dicen estas palabras?

Cuando Dios le dio a Moisés las instrucciones para construir el santuario del desierto, le dijo que colocara dos querubines de oro, uno frente al otro en el propiciatorio que cubría la parte superior del arca del pacto (Éxo. 25:17-20). Esta arca representaba el trono de Dios en el cielo. De hecho, la propia presencia de Dios, a veces llamada la Shekinah,18 aparecía entre los dos querubines. Así que la declaración de Ezequiel, de que Dios había ordenado a Lucifer como querubín guardián, significa que Lucifer estaba en la presencia de Dios en el cielo, y sin duda cerca de su trono. Obviamente, no podría decirse esto del rey terrenal Tiro.

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