Читать книгу Conflicto cósmico. Acontecimientos que cambiarán su futuro онлайн

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Tito se llenó de horror al ver los cuerpos amontonados en los valles. Como obsesionado, observó el magnífico templo y ordenó que no se tocara ninguna piedra de su estructura. Dirigió un ferviente llamamiento a los líderes judíos a que no lo obligaran a contaminar con sangre el lugar sagrado. ¡Si los romanos lucharan en cualquier otro lugar, ninguno de ellos violaría la santidad del templo! Josefo mismo les rogó que se rindieran para salvarse, y para salvar también la ciudad y el lugar de culto; pero fue rechazado con amargas maldiciones. Arrojaron flechas contra él, su último mediador humano. Los esfuerzos de Tito para salvar el templo fueron en vano. Uno mayor que él había declarado que no sería dejada piedra sobre piedra.

Finalmente, Tito, determinado a salvar el templo, si era posible, de la destrucción, decidió tomarlo por asalto. Pero sus órdenes fueron desobedecidas. Un soldado, aprovechándose de una abertura en el pórtico, arrojó un leño encendido, e inmediatamente las cámaras forradas de cedro que rodeaban la casa santa estuvieron envueltas en llamas. Tito se precipitó al lugar y ordenó a los soldados que apagaran las llamas, mas sus palabras fueron desatendidas. En su furia los soldados arrojaron teas encendidas a las cámaras adjuntas del templo, destruyendo así a los que habían hallado refugio en ellas. La sangre corría como agua por las gradas del templo.

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