Читать книгу Conflicto cósmico. Acontecimientos que cambiarán su futuro онлайн

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Después de la destrucción del templo, la ciudad entera cayó en poder de los romanos. Los dirigentes judíos abandonaron sus torres impenetrables. Tito declaró que Dios los había entregado en sus manos pues ninguna maquinaria, por poderosa que fuera, podría haber prevalecido contra esas estupendas fortalezas. Tanto la ciudad como el templo fueron arrasados hasta sus fundamentos, y el terreno en el cual estaba edificada la casa santa fue “arado como un campo de cultivo” (ver Jeremías 26:18). Más de un millón de personas perecieron; los que sobrevivieron fueron conducidos como cautivos, vendidos como esclavos, arrastrados a Roma, arrojados a las bestias salvajes en los anfiteatros o esparcidos como errantes peregrinos por la tierra.

Los judíos habían colmado la copa de la venganza. En todas las desgracias que siguieron a su dispersión estaban recogiendo la cosecha que sus propias manos habían sembrado. “¡Es tu destrucción, oh Israel, el que estés contra mí... porque has caído por tu iniquidad!” (Oseas 13:9; 14:1, VM). A menudo los sufrimientos son considerados como un castigo ordenado directamente por Dios. De este modo el gran engañador trata de disfrazar su propia obra. Debido a un rechazo caprichoso del amor y la misericordia divinos, los judíos habían hecho que la protección de Dios les fuera retirada.

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