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Algunos sugieren que la ciencia no describe ni explica cómo es o actúa la naturaleza, sino solo cómo nos parece que es o actúa. La ciencia, según este argumento, nunca nos lleva más allá de la experiencia humana subjetiva. Sabemos, escribió Arthur Shopenhauer, que “no hay un Sol, ni hay una tierra. Solamente hay ojos que ven un Sol y una mano que siente una tierra”.13 Claro, creamos artefactos magníficos, de microscopios a telescopios espaciales y aceleradores de partículas, que nos muestran aspectos de la realidad que nuestros sentidos limitados de otra manera nunca podrían hacer entrar en nuestra mente. Pero ¿nos muestran estos artefactos lo que realmente existe en el mundo o solamente nos muestran cómo lo que existe se muestra a través de esos artefactos?

Según expresó Ian G. Barbour: “El astrónomo Arthur Eddington una vez contó una parábola encantadora sobre un hombre que estaba estudiando la vida marina en aguas profundas con una red de malla de 7 centímetros. Luego de extraer muestras repetidas, el hombre concluyó que no había peces de menos de 7 centímetros de longitud. Nuestros métodos de pesca, sugiere Eddington, determinan lo que podemos pescar”.14 ¿Acaso los diferentes tipos de artefactos que creamos revelan solamente los tipos de realidad que buscamos? Y, si creáramos un artefacto diferente, ¿cuán diferente nos parecería allí la realidad? Y ¿cómo la apariencia que da el artefacto a nuestros sentidos difiere de la realidad en sí?

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