Читать книгу La polifonía de la creación. Gramática de la vida онлайн

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Si la imagen del hombre, que cada uno tenemos, es inseparable de la imagen de nosotros mismos, es porque la filosofía como el arte alcanzan la universalidad a través de lo más particular, aunque luego tengamos que formular universalmente nuestros hallazgos para que sean útiles a otros e incluso clarificarlos. Una obra de arte, sólo cuando ha sabido plasmar algo muy concreto, esclarece “lo humano”, al hombre en sentido genérico; de la misma forma que sólo la comprensión real de los hombres particulares nos revela al ser humano en general. A la inversa, sólo llegamos al totalitarismo. Por eso, la visión del artista, si es acertada, acaba siendo una visión mística del mundo y, por tanto, moral en el sentido más radical del término. Lo que quiero decir con esto, lo expresa Chesterton mucho mejor que yo al explicar la visión del mundo, la forma de sentir y vivir propia de san Francisco de Asís:

el eremita podía amar la naturaleza como un fondo. Pero para San Francisco nada estuvo jamás al fondo […] él todo lo veía dramático, destacado de su entorno, no todo de una vez como en un cuadro, sino en acción como en una obra de teatro. Pasaba junto a él un pájaro como una flecha: era algo con su historia y su objetivo, objetivo de vida y no de muerte. Le detenía un arbusto, y era como si fuera un bandolero; y de hecho estaba tan dispuesto a saludar al arbusto como al bandolero.

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