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Por esa razón su suegra le cayó bien desde el principio. Si sus hijos se llamaran Julio, Raphael o Pimpinela, la historia hubiera sido otra.

Ella era viuda, el padre de los tres mayores había muerto cuando Joan era adolescente. El pequeño Víctor era fruto de una relación posterior con un hombre español, al que Ester había conocido en Buenos Aires cuando, por diversos motivos, la familia había tenido que trasladarse a vivir allí. Habían estado viviendo fuera de Uruguay durante 10 años y en ese momento estaban intentando volver a establecerse. El padre de Víctor había vuelto a España, sin perder el contacto con su hijo ni con Ester, aunque ya no seguían su relación sentimental.

Del encuentro de esa tarde, Joan luego le contó a Daniela que Violeta sospechaba que él tenía novia porque lo había visto limpiar y ordenar su habitación. Ella le había preguntado si la susodicha se llamaba Milagros, porque sólo uno haría que él se encomendara a semejante tarea. Daniela pensó que el humor agudo era cosa de familia.

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