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Brillar

Había quedado con Adriana para ir a un acto político. Daniela pasaría por su casa, la ayudaría con los niños y se irían los cuatro en bus. Era temprano por la tarde y hacía un día espléndido de comienzos de otoño. El viaje en bus con dos niños pequeños atravesando todo Montevideo no llegó a ser pesado. Iban conversando de todo un poco, Adriana la ponía al tanto de las nuevas habilidades de sus hijos y Daniela le contaba sobre su trabajo y también sobre Joan y lo mucho que le gustaba.

Al llegar al lugar del acto, las calles y las plazas estaban llenas de gente con banderas y se palpaba un gran ambiente de camaradería. Grupos compartiendo un mate, gente que se había llevado sus sillas plegables, niños corriendo y chillando y la música animando antes de que comenzaran los discursos.

Ya habían encontrado un lugar donde situarse para poder ver y oír a los oradores, cuando Daniela vio por el rabillo del ojo a Joan con otros jóvenes. Le dio un codazo a Adriana y acelerada le dijo señalando en su dirección- Mirá, ahí está Joan–

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