Читать книгу Tres ensayos sobre democracia y ciudadanía онлайн

54 страница из 117

En general, la democracia directa es atractiva para el ciudadano pasivo, para aquellos que prefieren no opinar ni intervenir en el espacio público; personas a las que les parecen mejores formas plebiscitarias de decisión, que no pueden reemplazar a los debates y al intercambio de opiniones, porque reducen los procedimientos de decisión a posibilidades binarias, alegando que así hay más transparencia y menos ideología, cuando en realidad éstas impiden la creatividad política y el uso con matices de la libertad de opinión.

La predominancia de los mercados globalizados y las exigencias contradictorias y disfuncionales tanto en los llamados grupos de derecha como de izquierda son dos obstáculos para que la representación política pueda cumplir a cabalidad su cometido, sin atreverse a reconocer que es el sistema más adecuado para proteger a la ciudadanía contra su inmadurez e ineficiencia.

Los malentendidos frecuentes entre la ciudadanía y sus representantes han dado lugar a que se proponga como remedio la proximidad, la cercanía entre el representante y sus representados, en parte tomando como modelo la forma en que operan las redes sociales. En otras palabras, hay una extendida y fomentada desconfianza en las mediaciones, una búsqueda de que todo sea transparente y se castigue a los intermediarios. Dice Innerarity: «La nueva figura del ciudadano es la de un amateur que se informa por sí mismo, expresa abiertamente su opinión y desarrolla nuevas formas de compromiso; por eso desconfía tanto de los expertos como de los representantes»73. Este sueño de la espontaneidad, de la transparencia ilimitada, del considerar como realidad absoluta lo que resulta de las encuestas —en otras palabras, la ausencia de límites— resulta un peligro que puede poner en duda nuestros derechos y los procedimientos que dificultan la arbitrariedad y frenan el populismo. No es que la transparencia y la proximidad no sean importantes, lo son, pero hay una imparcialidad democrática igualmente relevante y necesaria. Para funcionar bien, la representación política necesita, al igual que los mercados, límites adecuados y legítimos.

Правообладателям