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¡Hola!
Ni dueño ni dueña
Durante un día normal de trabajo como redactora, me tocó revisar el texto de un formulario para solicitar un seguro de auto. Dentro de los datos que solicitaba, me crucé con la frase “Soy dueño del auto”, un checkbox para confirmar si la misma persona que solicitaba el seguro era la dueña del vehículo. Automáticamente pensé ¿y si soy dueña?
Esta simple pregunta despertó en mí reflexiones que cambiaron mi enfoque a la hora de escribir en el trabajo y en la vida. La costumbre de leer el masculino genérico (por ejemplo, usar “dueño” para incluir a “dueño” y “dueña”) nos ha adormecido y acostumbrado ante la falta de presencia del género femenino en nuestro idioma. Entonces pensé... ¿cómo algo tan inofensivo como solo decir “dueño” para referirnos a ambos géneros puede causar un impacto negativo en alguien? Y me di cuenta de que de inofensivo no tiene nada; no hace más que reforzar invisibilidad, desigualdad y discriminación hacia mujeres o personas no binarias.
Comprometida en buscar una forma distinta de formular esa frase, inicié un proceso de ideación para encontrar una forma de evitar hacer marcas de género. No podía usar la famosa “e” inclusiva (“Soy dueñe del auto”) por el estilo de la marca para la que trabajaba, y la arroba (“Soy dueñ@ del auto”) o la equis (“Soy dueñx del auto”) no me terminaban de convencer para el contexto formal donde se encontraba el texto. Pensé y pensé hasta que, con ayuda de otra gente, ideamos una nueva frase totalmente parafraseada: “El auto está a mi nombre”. Mismo mensaje, cero marcas de género.