Читать книгу ¿Qué queda del padre?. La paternidad en la época hipermoderna онлайн
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Como mi amigo, tampoco yo sé rezar, a pesar de que mi madre me enseñó cuidadosamente. La oración dirigida a Dios pertenece al tiempo de la existencia de Dios. Y sin embargo, he decidido, con el acuerdo de mi mujer, enseñar a mis hijos que aún es posible rezar porque la oración preserva el lugar del Otro como irreductible al del Yo. Para rezar —esto he transmitido a mis hijos— es necesario arrodillarse y dar las gracias. ¿Ante quien? ¿A qué Otro? No sé responder y no quiero responder a esta pregunta. Y mis hijos, por otra parte, no me la plantean. Cuando me lo piden, practicamos juntos lo que queda de la oración: preservamos el espacio del misterio, de lo imposible, del no todo, de la confrontación con la inasimibilidad del Otro. Amén, que así sea, «sea así». En el tiempo en el que el Padre no puede ya responder sobre el sentido de la vida y de la muerte, sobre el sentido del bien y del mal, en la época que Lacan define como de la «evaporación del padre», lo que queda es la fuerza de una oración que pretende respetar el misterio de lo que, simplemente, existe.