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Nuevamente, José recibe en sueños el mandato de Dios de regresar a la tierra de Israel: “Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño»” (Mt 2,19).

José es pronto en obedecer: “se levantó, tomó al niño y a su madre y regresó a Israel” (Mt 2,21). Pero el peligro no había pasado y “al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: «Será llamado Nazareno»” (Mt 2,22-23).

En su hogar de Nazaret y cuando cumplió los doce años, sus padres como de costumbre subieron a la fiesta de la Pascua en Jerusalén.

“Y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que los oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas” (Lc 2,43-47).