Читать книгу La Virgen de la Revelación. Un llamado a la conversión онлайн

5 страница из 12

”Yo no sabía lo que era la comunión, creía que era una especie de desayuno. Tenía aproximadamente unos 14 años cuando, mientras estaba tirado detrás de la Basílica de San Juan de Letrán, una señora me sacudió y, con amabilidad, no exenta de piedad, me preguntó si tenía hambre. Yo siempre tenía necesidad de comer porque llevaba una vida de miseria y vagancia. Permanecía en la calle, procuraba no volver a casa porque aquello era siempre un infierno y prefería protegerme del frío con gruesos cartones a modo de mantas sobre la escalera que estar con mi familia. Desde entonces la señora que se me acercó con aquella pregunta comenzó a darme el desayuno y, al mismo tiempo, me hizo estudiar para tomar la primera comunión. A decir verdad, escuchaba las breves lecciones de catecismo pensando que así podría comer. Por este motivo me quedó muy poco la formación religiosa que tuve. Tomé la comunión y después recibí la confirmación, pero no me sentía en absoluto cristiano”.

Su benefactora fue la señora Maria Falzetti, que aquella mañana se dirigía a la Basílica cuando vio a Bruno durmiendo en las escaleras externas de la capilla de la Escala Santa que, según la tradición, por ellas subió Cristo ante Pilato. Luego, la señora Falzetti les confió el muchacho a los Padres Pasionistas que se encargaban de la capilla. Más tarde, Bruno, no pudiendo soportar más el ambiente de su casa, se fue a Nápoles para seguir mendigando y de allí pasó a Rieti. En aquella vida azarosa, su fe incipiente fue ahogada por las espinas.

Правообладателям