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Para Kaki y Ryan y su generación,
que vivan durante una nueva reformación.
Deuteronomio 4:29
1 Crónicas 16:10-11
Salmo 9:10
Salmo 27:8
Isaías 55:6-7
Amos 5:4
Sentí el impulso de irme del cuarto. Una profunda e innegable orden turbó mi sueño, pues algo santo me llamaba. El único sonido era el tic-tac rítmico del reloj sobre mi escritorio. Parecía vago e irreal, como si estuviese sumergido bajo profundas aguas. Comenzaba a dormirme, en el momento cuando la línea entre la conciencia y la inconsciencia se diluye. Estaba suspendido en ese estado aferrado al umbral, aun percibiendo en la quietud de su cerebro los sonidos del mundo exterior, ese momento inmediatamente antes de sucumbir a la noche. Dormido, pero no completamente; despierto, pero no alerta; aún vulnerable al llamado interno que me dijo, “Levántate y sal de este cuarto.”
El llamado se hizo más fuerte, más urgente, imposible de ignorar. Un estallido de lucidez hizo que me incorporara y pusiera mis pies en el suelo. El sueño se desapareció en un instante y mi cuerpo se puso en acción. En segundos me vestí y salí del dormitorio de la universidad. Un vistazo al reloj registró el tiempo en mi mente. Faltaban diez minutos para la media noche.