Читать книгу Estudios sobre la psicosis. Nueva edición reescrita y ampliada онлайн

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Más de dieciocho siglos separan a Cicerón de Pinel, y menos de una centuria a éste de Freud. Sin embargo los vínculos que unen a los dos primeros parecen más sólidos, sin duda por la subversión que Freud introdujo en la historia del pensamiento. Conforme a los argumentos que vengo desarrollando relativos al pathos, al ethos y al lenguaje, los tres comparten grosso modo una misma orientación, evidente cuando menos en lo que atañe al uso terapéutico de la palabra, a la participación subjetiva en la contracción de las enfermedades anímicas y en los remedios internos para vencerlas, así como, especialmente, en el tratamiento que dedican a la responsabilidad personal.

Aun formando parte de una hermandad, las diferencias se tornan grandiosas en tres aspectos, en los cuales la obra freudiana supera con creces la de los anteriores: en primer lugar, la trascendencia teórica y clínica del psicoanálisis y su fortaleza heurística; en segundo lugar, la continua demostración que Freud ha transmitido del poder del lenguaje, el cual no se limita únicamente a la dimensión salutífera de la que hace gala limando el malestar, sino que constituye la esencia de lo humano, el tejido del alma, hasta un punto tal que los síntomas se nos plantean como hechos de lenguaje; por último, la construcción de una superestructura conceptual dotada de significaciones novedosas, puesto que ese continente desconocido que se presenta ante los ojos de Freud exige la creación de otros conceptos que permitan conquistarlo, como sucede, por ejemplo, con la monolítica noción de ‘pasiones’ y su parcelación en otras más específicas y precisas como ‘pulsión’, ‘deseo’, ‘goce’, ‘placer–displacer’, ‘afecto’, etc.

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