Читать книгу Estudios sobre la psicosis. Nueva edición reescrita y ampliada онлайн

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Como sucede con el término ‘pasiones’, otras nociones tradicionales le parecían demasiado gastadas o insuficientes para dar cuenta de los nuevos hechos captados desde su perspectiva. Desde su posición de investigador y clínico, paulatinamente se fue acrecentando en él la convicción de que el buen uso de la palabra no servía sólo para liberar ciertos sufrimientos (dimensión terapéutica), sino que los síntomas se conformaban de acuerdo con las leyes del lenguaje (dimensión patogénica), incluso el inconsciente mismo se estructuraba —como más tarde sostendría Lacan— conforme a las leyes del lenguaje. Naturalmente, también fue de forma progresiva comprobando los límites terapéuticos de la palabra, la cual se estrellaba contra los bastiones de ciertas formas genuinas de satisfacción o goces privados que el sujeto afligido rehusaba perder. De acuerdo con la interpretación ampliamente argumentada por Lacan109, el sujeto descrito por Freud, antes que dueño de su discurso, se nos presenta más bien como su efecto. Quizás se pudiera establecer algún paralelismo entre la suposición de Heráclito y algunos estoicos, según la cual un mismo logos determina los esquemas del pensamiento y la estructura de la realidad110. Pero de lo que no cabe duda es que hasta Freud, a nadie se le había ocurrido explicar la estructura formal del síntoma a partir de las leyes del lenguaje. Tal es la consecuencia lógica que se encuentra implícita en el hecho de que una palabra acertada y oportuna afecte de pleno al corazón del síntoma. Ahora bien, como quien sigue la pista del humo hasta hallar la hoguera, Freud advirtió que el síntoma era influenciable mediante el buen uso de la palabra. Este hecho se debía, como no podía ser de otro modo, al determinismo del lenguaje en cualquier tipo de formación del inconsciente.

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