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2. La sustancia del alma
En la Île de la Cité, corazón de la ciudad de París y lugar de su fundación, Clérambault comenzó, hace ahora un siglo, a elaborar el síndrome del automatismo mental. Lo que esta descripción aportó a la psicopatología clínica contiene una enseñanza que no se ha devaluado con el paso del tiempo. Seis son, cuando menos, los aspectos que conservan hoy día el más vivo interés. Todos ellos renuevan su actualidad y la extienden a territorios situados mucho más allá de la importancia que le confirió en su tiempo el singular médico de la Enfermería especial de la Prefectura de Policía.
El primero, enmarcado en la investigación historiográfica, sitúa el automatismo mental como la culminación de la fenomenología descriptiva, cenit de las observaciones sobre las alucinaciones desarrollado por los clínicos franceses a lo largo del siglo XIX y primeras décadas del XX. En él confluyen las aportaciones semiológicas más brillantes, desde Esquirol hasta Séglas, pasando por Baillarger. A lo largo de ciento treinta años, paulatinamente, las alucinaciones verbales abandonarían el apartado de la patología de la percepción para inscribirse —como propuso Séglas— en el de la patología del lenguaje interior.