Читать книгу Canciones de lejos. Complicidades musicales entre Chile y México онлайн

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“Lucho nos llevó a la cima a nosotros, los compositores mexicanos y cubanos”, dijo una vez Vicente Garrido, el autor de “No me platiques más”, el bolero que una vez el chileno describió como “la canción que me identifica, es la canción mía”, y cuyo éxito fue tal que incluso lo ubicó con un rol discreto en una película del mismo nombre (1956), su debut en el cine mexicano.

La gran industria del entretenimiento se volvió así campo fértil para Lucho Gatica, un inmigrante que llegó a ganar el estatus de gran figura local e incluso orgullo popular, y que en su conquista estuvo dispuesto a asumir nuevos roles (como el de actor), forjar alianzas sinceras de amistad y de familia, y al fin abrazar a México como la plataforma definitiva desde la cual proyectarse. Lo hizo, sí, “tratando de tener un propio estilo, muy diferente a otros cantantes: eso fue lo que me hizo triunfar”.

Del llamado “estilo Gatica” se ha escrito mucho, detallando el análisis sobre todo en su técnica vocal. Un intérprete naturalmente dotado, supo darle a esa ventaja rasgos de carácter, como su magistral uso del llamado rubato (ligera aceleración o retardo del tempo en el canto respecto al del acompañamiento instrumental), ganando con ello distinción y misterio, tanto en discos como en vivo.


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