Читать книгу Santa María de Montesa. La orden militar del Reino de Valencia (ss. XIV-XIX) онлайн
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Jon Arrieta Alberdi nos brinda un enriquecedor estudio a partir de las conocidas Observationes (1662) de don Cristóbal Crespí de Valldaura, vicecanciller de Aragón y montesiano activo e ilustre; en concreto, de las dedicadas expresamente a la Orden. En su introducción, Arrieta incardina –primer aspecto novedoso– la incorporación a la Corona de la Orden de Montesa (1592) en un más extenso proceso de incorporaciones de jurisdicciones diversas (Teruel-Albarracín, Ribagorza). Pero, sobre todo, explica convincentemente, desde la obra de Crespí, la compleja y discutida situación jurisdiccional de los miembros de la Orden en tanto que exentos. La jurisdicción última sobre los caballeros de Montesa pertenecía al rey por secular cesión pontificia, si bien este respetaba la que competía al maestre; en consecuencia, tras la incorporación, convertido el monarca en administrador perpetuo, su delegado en la Orden, el lugarteniente general, ostentó un importantísimo poder. Las reflexiones sobre Montesa contenidas en las Observationes constituyeron un sólido sustento teórico-doctrinal al dominio jurisdiccional de la Corona sobre la Orden en un momento tan delicado para la monarquía como los últimos años de Felipe IV, y a cargo de quien, como Crespí, tan destacado papel jugaba en el gobierno de esta, mano a mano con el valido don Luis de Haro. La práctica gubernativa, por su parte, consagró la Lugartenencia.