Читать книгу El pensamiento crítico desde Sudamérica. Tres años de "Huellas de Estados Unidos" онлайн
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América Latina en el sistema imperial según el cine infantil de Hollywood
Marcela Croce ssss1
Un ademán adoctrinante define las producciones destinadas al público infantil. Es ya clásica la recaída edificante de algunos libros: puede ser La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher Stowe, donde la familiaridad con el esclavo permite suspender legítimamente el pago del salario (si la familia se lo da todo, ¿para qué quiere disponer de dinero propio?), o Corazón de Edmondo de Amicis, donde cada una de las historias que se suceden —en un marco de huérfanos y desdichados diversos— es un episodio atroz que invita a reflexionar sobre las comodidades que disfrutan los niños que no pasan hambre ni tienen que trabajar, no sufren malformaciones o impedimentos ni son azotados diariamente por sus padres o por algún otro adulto más desesperado que maligno.
En el mismo orden, sin que el salto temporal respecto de las obras decimonónicas implique una diferencia sustantiva de enfoque, podría aludir a un libro editado por las Naciones Unidas para difundir los derechos del niño.ssss1 El anfitrión del convite es la rana Gustavo —batracio que, con distintos nombres según los países, campeaba como Kermitt en The Muppets—, quien se supone que también pontifica (a título de vocero de la organización) en la contratapa, explicando a los padres cómo disponer de “eficaces ilustraciones y un texto sencillo y conmovedor” para lograr una “singular aproximación a un tema que puede resultar difícil de tratar”. Pero la portadilla tiene otras pretensiones: “Los niños que miran a los demás de manera comprensiva y compasiva se convierten en adultos comprensivos y compasivos”. Voluntarioso aprendizaje de la caridad que prescinde de los relatos moralizantes al estilo Charles Dickens y prefiere las formulaciones claras que distinguen a los derechos. “Todos los niños necesitan alimentos”, proclama la rana bajo un atuendo azteca de anfibio emplumado mientras presenta a una familia sentada a la mesa; aunque al volver la página, la imagen cambia radicalmente y una familia desnutrida ilustra la negación del derecho: “Pero a veces no hay suficiente para que todos coman”.