Читать книгу Crema volteada онлайн

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La modernidad con su educación tecnológica nos enseña la acción inteligente. Hay que adquirir conocimientos recopilando información, y sobre esa base calcular modelos predictivos para controlar el futuro mediante planes ejecutados competentemente. El mundo es un conjunto de datos de hechos pasados y predicciones. El nombre del juego es construir el futuro, convertir las predicciones en realidad. Un ánimo de certidumbre –predispuesto al fanatismo– preside la vida personal, familiar, organizacional, nacional, social y política. Cuando las cosas no salen bien, el talante revierte a la culpa, el afán castigador y la purga. Iluminados y arrogantes, estamos llamados a ser los dueños del mundo. (Masculino, por supuesto).

No funciona en la actualidad, ni lo hizo nunca. Pero hoy es más evidente. El mundo actual es, bueno, una cascada de contingencias. Impredecibles, estas salen de la nada. No hay datos pasados que permitan avizorarlas en el presente. El futuro no se puede controlar, la vida no se puede planificar, hay que navegarla en la cascada. Ese torbellino inapelable es el espacio para hacer de la vida algo valioso y significativo. Su sentido no queda más allá de la navegación en el presente, en la posible quimera obsesiva de un luminoso puerto de llegada. El ánimo controlador que funda el sentido en el valor de las metas que fija, y su confianza en acumular información y calcular, constantemente defraudado, revierte en un nihilismo y una ansiedad que no podemos enfrentar recurriendo a más información y mejores cálculos.


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