Читать книгу Si persisten las molestias. Noticias de algunos casos de ceguera ilustrada онлайн

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¿Cuando muere Arturo Beltrán se complica más la situación?

No, ya estaba.

¿Son un peligro los Zetas para ustedes?

Pues sí porque no respetan ellos, pues la verdad son mugrosos, se me hace que ni su mamá los quiere.

Todos los grupos se reprochan entre sí no tener palabra y no respetar los acuerdos, pero con los Zetas se hace de una manera particular, es una modalidad distinta de sospecha. La Barbie no atribuye el hecho de que los Zetas no respeten o no cumplan los acuerdos a circunstancias particulares –una envidia, por ejemplo, como con el Chapo–, sino a su naturaleza, una característica permanente de su identidad. Los Zetas son así, por mugrosos. ¿Qué señala aquí el apelativo de mugrosos? ¿Por qué la palabra zeta como signo condensó todo lo repudiable, maligno y sanguinario, todo aquello que debía ser exterminado por otros grupos y por el gobierno mismo?

Los Zetas son el ejemplo más claro de la privatización de la violencia estatal. Los catorce miembros fundadores, la llamada ‘primera generación’, fueron en su mayoría desertores del Ejército, a los que se unieron después miembros reclutados sobre todo entre pandillas urbanas. Los miembros iniciales eran también en su mayoría originarios de estados del sur de México, con rasgos físicos más indígenas: hay una dimensión racial velada en el término mugrosos. Pero además ser del sur implicaba que no estaban en su tierra, tenían pocos vínculos con la población de los lugares que controlaban, que en un principio fue el noreste. A diferencia de, por ejemplo, la Familia Michoacana o el Cártel de Sinaloa, la identidad de los Zetas no se sostuvo en la exaltación de un regionalismo. Eran en ese sentido un grupo de desterrados, una organización estrictamente nacional, nómadas. Sustituir los nombres y apodos individuales con letras y números contribuyó a crear un efecto burocrático, pues estos remiten una estructura de puestos ocupados por individuos intercambiables. La figura del zeta como presencia desarraigada que podía estar en cualquier estado de la república, asociada a un perfil racial, y como encarnación de la violencia más siniestra, ha justificado también las formas más crueles de represión estatal. De acuerdo con lo que la fiscalía de Veracruz ha dejado saber, la policía estatal albergó una Fuerza Especial conocida como Los Fieles, también formada por ex militares, que entre 2013 y 2016 llevó a cabo la desaparición forzada de por lo menos 15 personas. El procedimiento es revelador: se detenía arbitrariamente a sospechosos de ser Zetas, se les torturaba para extraerles “información” sobre el grupo, se les amenazaba, violaba, asesinaba, y luego se desaparecían sus cuerpos. O sea, se exorcizaba en los sótanos de la policía al Zeta que todo joven moreno y humilde lleva dentro y se desaparecía su cuerpo para que no contaminase los panteones nacionales.


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