Читать книгу Cosas que no creeríais. Una vindicación del cine clásico norteamericano онлайн

67 страница из 105

Seguramente su obra maestra es Argel (Algiers), de 1938, un remake de Pépé le Moko de Julien Duvivier, estrenada el año anterior. Duvivier, como otros directores europeos que trabajaron en Hollywood —y, muy notablemente, los procedentes del cine francés—, aportó al cine norteamericano una dimensión poética del que éste no carecía del todo, pero que, en cualquier caso, aparecía siempre subordinada a la eficacia narrativa. Pero, en el caso del remake que Cromwell hizo de Pépé le Moko, la copia está a la altura de su modelo: Cromwell convierte este drama policial con tintes románticos en una arrebatadora historia de personajes atrapados por las circunstancias y deseosos de superarlas y sublimarlas, aunque sea a través del amor, visto aquí como una fantasía sin objeto y, de un modo tangencial, como una incitación pre-existencialista a la suprema libertad, que es la muerte.

El protagonista, interpretado por Charles Boyer, es un conocido delincuente que se agazapa en la casba de Argel, donde la policía es incapaz de detenerlo. A sus dominios llega Gaby (Hedy Lamarr), una turista de turbulento pasado que ha venido a la ciudad norteafricana en compañía de su prometido, un millonario al que no ama. El ladrón se siente inmediatamente atraído por la viajera rica: en principio, por las llamativas joyas que luce; pero, enseguida, por lo que ésta representa de recuerdo vivo de un París idealizado, que el delincuente trasterrado añora. Los diálogos amorosos que cruzan entre ambos figuran, sin duda, entre los más originales que ha deparado el cine norteamericano. En uno de ellos, Boyer compara a su amada con un tren del metro de París, que avanza entre tintineos, como la propia dama enjoyada. Se aprecia, en éste y otros diálogos, la mano del novelista James M. Cain, que colaboró en el guión: las metáforas no tienen valor ornamental, sino que contribuyen a la economía expresiva que asegura la buena marcha de la historia. En este otro diálogo, sin embargo, lo metafórico cede su lugar a una especie de arriesgado cambio de categoría gramatical: un atributo —el que esperamos como respuesta a la pregunta “¿Qué eras?”, es sustituido por una oración que describe al sujeto unilateralmente entregado a una expectativa: desear unas joyas venideras:


Правообладателям