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Tengo que admitir que querían mucho más a mi hermana, por ser una niña obediente y juiciosa, al contrario que yo, que era un chico muy extrovertido, rebelde y sobre todo piquiña* (que era como ¨Vaya angelito¨, pero a lo colombiano), era un niño que muy pronto iba perdiendo su inocencia para conocer su sexualidad a base de morbos y deseos.

A pesar de ser un niño piquiña*, era muy inteligente en el colegio, pero que aborrecía estudiar, siempre pensé que era perder el tiempo, ya que aún no sabía con exactitud lo cruel que podría ser el mundo exterior. Fui un niño enfermo de asma, así que debía tener algunos cuidados porque las crisis eran bastante traumáticas, incluso para aquella señora aprovechada.

Al no tener amigos, ni poder jugar con mi hermana y además tener esa enfermedad, siempre me tuvieron encerrado en un cuarto oscuro y angosto, pero con techo alto y con muchos retazos de tela, ya que la señora se dedicaba a la profesión de la costura, pero también allí tiraban en un rincón la ropa sucia de sus hijos, que en entonces recuerdo eran dos varones y dos hembras.


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