Читать книгу El IUSAM de APdeBA. Una casa universitaria para el psicoanálisis онлайн

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La experiencia con dichos objetos de la experiencia analítica, en el entretejido que se arma tanto en el análisis personal, como el que lleva a cabo con los pacientes, como con los textos teóricos que lo complementan, apunta al inconsciente, un inconsciente que no se puede domesticar ni educar. Hay que establecer contacto personal con ellos, tal como se revelan en uno y en los otros. Se los debe escuchar y eso para el analista en formación tiene un costo. La formación impulsa y sostiene el contacto con los objetos de la experiencia analítica que son fuente de inquietud pero también del bienestar febril que generan como objetos de la vocación. La vocación analítica no solo la del destino personal del analista sino también la que lo convoca a ocuparse de los enigmas originarios: las preguntas por el ser humano: sexualidad, vida, muerte, alteridad, locura, etc.

Por todo lo cual es fundamental la exigencia de una experiencia de análisis personal suficientemente larga y profunda: La frecuencia y la regularidad de los contactos en el análisis favorece el desarrollo de un vínculo emocional intenso con el analista que estimula el trabajo en la transferencia y permite al analizando experimentar personalmente la importancia de su análisis en su vida cotidiana y profesional, le da la continuidad necesaria para la instalación de asociación libre, sueños, actos fallidos, elaboración, disminuye la fortaleza de sus defensas y brinda una base sólida para las interpretaciones. Difícilmente se establezca un proceso analítico si por lo menos un analizando no experimentó por un tiempo una alta frecuencia de sesiones y el uso del diván. El vínculo derivado de una alta frecuencia de sesiones también supone una sobrecarga emocional muy intensa, no solo al analizante, sino también para el analista didacta. Como le dijera Freud a Pfister “Ciertamente la transferencia es una cruz”.

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