Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн

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De igual modo, existieron libros de modelos con los que decorar los libros ilustrados.ssss1 Uno, entre otros, es el del escribano Stephanus, activo en Stuttgart a finales del siglo XV.ssss1

Los interesados, además de conocer la manera de trabajar del copista profesional, podían contemplar y admirar los trabajos por él realizados, los cuales esperaban en el taller a ser recogidos por los interesados. Los comitentes revisarían con esmero cuantos ejemplos les mostrase el copista antes de decidirse por cual de los exhibidos optaban. Tendrían que imaginar en este momento cuál sería el resultado final, la obra acabada. No obstante, el cuaderno de modelos también permitiría hacerse una idea del aspecto definitivo que presentaría el libro por ellos requerido.

Concluido el libro, el interesado advertido por el copista, revisaría con atención y de manera escrupulosa el ejemplar resultante, antes de incorporarlo a su colección bibliográfica. El bibliófilo comisionario no podía menos que deleitarse contemplando acabados los manuscritos que él había encargado, el goce de sus sentidos lo tenía asegurado, tan sólo restaba encontrar la ocasión para mostrarlo, para exhibirlo y darlo a conocer en el círculo de sus amistades, especialmente entre los que compartían la misma pasión coleccionadora de libros manuscritos. Los espacios de la sociabilidad, medieval y renacentista, proporcionarían los lugares adecuados para mostrar a sus allegados las excelencias de los manuscritos atesorados. Ante ellos exhibiría su satisfacción por el nuevo ingreso, y en ese momento se transformaría, además, en instrumento de auto-celebración del propietario. Pequeño testimonio de la vanidad humana.

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