Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн

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Se ha recordado hace poco que desde la baja edad media existían talleres organizados en los que se realizaban todas las actividades relacionadas con la copia de libros. Lo recordaba Francesco Petrarca en la epístola Familiar XVIII, 5 dirigida a Ad Gerardum monachum cartusiensem, sepe doctorum hominum libros incorrectiores esse quam reliquorum, el 25 de abril desde Milán (Mediolani, VII kalendas maias, ad vesperam). Allí se refiere a diversas actividades relacionadas con la producción del libro manuscrito, practicadas todas ellas en una oficina de copia organizada: Sicut apud nos alii membranas radunt, alii libros scribunt, alii corrigunt, alii, ut vulgari verbo utar, illuminant, alii ligant et superficiem comunt.ssss1 Nuestra mirada en época humanística tendrá que dirigirse, necesariamente, a la tienda florentina del librero Vespasiano da Bisticci. Perteneciente al siglo XV podríamos considerar también la oficina de copia de este «librarius florentinus», como lo anuncia un colofón,ssss1 cuya actividad de distribución de libros humanísticos entre los bibliófilos del Quattrocento lo recuerdan algunos colofones de los manuscritos que se copiaron gracias a su intervención.ssss1 Así, por ejemplo, el copista Gerardo del Ciriagio concluía el año 1472 un libro para el duque Federico de Montefeltro, habiendo intervenido el librero Vespasiano.ssss1 El mes de junio del mismo año 1472 concluía para el Duque de Calabria la transcripción de un ms, cuyo contenido son el De excellentibus ducibus exterarum gentium de Cornelio Nepote y los Carmina Lactantii Firmiani de phenice. También en esta ocasión había mediado la intervención del librero Vespasiano al que designa como «príncipe de todos los libreros florentinos.» ssss1

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