Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн

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Venerabilis ac reverendus presbiter dominus Martinus de Roa archidiaconus de Campos in ecclesia palentina, scriptore apostolicus, basilice principis apostolorum de Urbe canonicus, ac olim felicis recordationis Nicolai pape quinti cubicularius secretus hoc presens (sic) missale eidem basilice sancti Petri vivens donavit pro salute sui anime et corporis. Anno Domini MCCCC LXXV, die XXIIII mensis iulii. Pontificatus sanctissimi domini nostri domini Sicti? pape quarti anno quarto;

y, finalmente, (7) el Misal de Sixto IV copiado para la basílica de san Pedro, 1471-1484;ssss1 la leyenda que acompaña su blasón proclama: SYSTVS PAPA IIII SACRIS DICAT.

LA CONTRATACIÓN/ENCARGO: ESPACIOS, MODALIDADES, PARTICIPANTES

La inclusión del escudo heráldico entre las primeras páginas manuscritas, así como el dispositivo iconográfico que acompañaría al texto transcrito, se pactaría en el momento de la contratación de la obra. El interesado solicitaría los servicios de un profesional, acudiendo –tal vez–a su taller o reclamando su presencia en las dependencias de su residencia o palacio. Las modalidades de actuación, en esta circunstancia, pueden ser múltiples habida cuenta de que la ciudad bajo medieval proporcionó una rica y plural variedad de modalidades. Los bibliófilos de la época, una vez que habían decidido invertir en la adquisición de un libro de lujo, podían dirigirse a un profesional de la escritura, dedicado a copiar libros; éste profesional, laico o eclesiástico, podía actuar por su cuenta o dependiendo de una oficina de copia de libros de las que surgieron en las ciudades universitarias. Cabe también la posibilidad de que formase parte de alguna orden regular y, además de su condición religiosa, estuviese dotado de aptitudes caligráficas. Las oficinas de copia organizadas estuvieron activas durante todo el período, como prueba suficientemente el taller de Vespasiano da Bisticci.ssss1 Algunos mecenas, principalmente las monarquías, destinaron a la copia de libros escribanos y copistas de sus respectivas cancillerías.ssss1 Las bibliotecas humanísticas contaron, del mismo modo, con calígrafos, escribas profesionales, de plantilla a los efectos de satisfacer las necesidades bibliográficas de sus respectivos señores. En estos casos, como se verá más adelante, la orden del señor, configurada casi como una iussio, resultaba más que suficiente.

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