Читать книгу Miradas cruzadas. Escritoras, artistas e imaginarios (España-EE.UU., 1830-1930) онлайн

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Ramón de La Sagra había pasado 12 años en Cuba, enviado por el gobierno español, con una misión científica. A su llegada fue nombrado director del jardín Botánico de La Habana, donde realizó durante todo este tiempo numerosos estudios relacionados con diferentes ámbitos científicos aplicados a la isla. Representaba, no obstante, el proyecto del gobierno español liberal de “mantener la posesión de la isla como colonia rentable” (Cambrón Infante, 1998: 218). En 1835 su situación personal se hizo insostenible debido a los continuos enfrentamientos con los hacendados criollos, razón por la cual tomó la decisión de volver a Europa, haciendo una breve estancia en los Estados Unidos.


El propósito del viaje era principalmente científico. La Sagra pretendía “establecer algunas relaciones con las personas que cultivan las ciencias naturales, y aprovechar la comodidad de los paquetes americanos para su regreso a Europa” (La Sagra, 1836: IX). Así, el 26 de abril refiere su visita al barón Lederer, entonces cónsul general de Austria, y puede examinar su colección de minerales y piedras preciosas de los EE.UU. ordenadas por localidades, visitar el Liceo de Historia Natural en Nueva York y varios museos públicos de la ciudad. Sin embargo, muy pronto descubre el admirable funcionamiento de las instituciones benéficas y filantrópicas de Nueva York. Diez días después de su llegada a la metrópoli su centro de interés parece desplazarse, pues el 29 de abril refiere que ha empezado a tomar notas de los establecimientos benéficos de la ciudad que quiere visitar, mencionando las dificultades que ha hallado para encontrarlos debido a la actividad de los habitantes de Nueva York (La Sagra, 1836: 11).

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