Читать книгу De mujeres y partos. Matronas y cambio social en la segunda mitad del siglo XX онлайн
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Para el feminismo socialista la opresión que sufren las mujeres deriva de la lucha de clases propia de las sociedades capitalistas, por tanto no consideraron necesario militar en un movimiento distinto ya que el marxismo al crear una sociedad socialista, eliminaría la posición subordinada de la mujer dentro de la familia. Estos planteamientos fueron defendidos tanto por Alejandra Kollontai, que llegó a ser ministra tras la revolución de octubre, como por Rosa Luxenburgo, dirigente de la Liga Espartaquista (origen del Partido Comunista Alemán) asesinada en enero de 1919, quien llegó a enfrentarse con las tesis de Lenin reclamando la igualdad. Para ambas, no obstante, la opresión objetiva que la mujer padece no hace necesario que cristalice una causa feminista diferenciada del partido obrero, sino que aquella es un derivado de la lucha de clases por lo que su superación entra dentro de la estrategia del partido. Las limitaciones de esta corriente se han puesto en evidencia ya que, aún en sociedades socialistas o incluso, dentro de los partidos que las propugnan, la dominación sobre las mujeres se sigue manteniendo. En cuanto a las aportaciones de esta corriente al tema de la salud podemos destacar su planteamiento de que las desigualdades en la salud entre mujeres y hombres se derivan de la división originaria del trabajo en productivo y reproductivo, de manera que, por un lado existe una segregación laboral horizontal que hace que las mujeres se concentren en ciertos sectores y en ciertos puestos de trabajo; y una segregación vertical, de modo que existe una desigualdad en cuanto a las posibilidades de acceso a las responsabilidades y a la jerarquía de puestos dentro de una misma profesión. Ponen en la palestra los riesgos para la salud derivados del entorno laboral y denuncian las cargas de trabajo que asume la mujer, debidas a los imperativos del cuidado y de la maternidad que no son reconocidas ni remuneradas y se añaden al trabajo laboral fuera del domicilio. Por tanto, dentro del feminismo socialista, hay que tener en cuenta la clase social y critican a la corriente liberal por hablar de “las mujeres” como si fueran un colectivo homogéneo.