Читать книгу Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición онлайн
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El semanario heredaba el espíritu democrático de su predecesor, pero ya no perseguía un proyecto político, sino convertirse en una buena revista de información. Se trataba de contrarrestar el «estilo sesudo y apostólico tan connatural a aquella casa» con «un tono desenfadado no exento de cierto sentido del humor», aunque ello conllevara en ocasiones una «sorda batalla» con los viejos miembros, sobre todo cuando se corregían sus textos por falta de sentido periodístico, como recordaba años después Luis Carandell (1997). Se copió el esquema del francés Le Nouvel Observateur, referente de la izquierda europea de posguerra, para ponerse en condiciones de competir con los nuevos semanarios de información general que adoptaban la fórmula −estilo ágil, agresividad informativa, ambigüedad ideológica y coexistencia de opiniones− de los newsmagazines americanos. En especial Cambio 16, que en 1976 tiraba 348.081 ejemplares, e Interviú, que tiraba 297.254 y llegaría a los 640.462 al año siguiente, cuando la tirada media de Cuadernos para el Diálogo no superaba los 80.000 ejemplares (Cabello, 1999: 115).ssss1 Ya en julio de 1974, Altares declaraba a la agencia Europa Press que las pérdidas económicas en el último ejercicio habían sido de 783.007 pesetas, aunque se habían alcanzado los 18.500 suscriptores y se estaba planteando un cambio de periodicidad para competir con las nuevas revistas que «realizan excelentemente una labor política».ssss1