Читать книгу La censura de la palabra. Estudio de pragmática y análisis del discurso онлайн

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Prosigamos con el funcionamiento de esta institución oficial censoria: si el Consejo consideraba que un libro debía ser prohibido o expurgado, enviaba a los tribunales de distrito una carta acordada en la que comunicaba su decisión. En ocasiones esta carta iba acompañada de un edicto del inquisidor general que debía ser hecho público. Se acostumbraba a leer en misa y después se clavaba en la puerta de la iglesia. Esta decisión censoria habitualmente se reflejaba en el siguiente índice de libros prohibidosssss1 (§ 7.6.2).

Pero estas complejas censuras oficiales no son cosa de otra época. En la actualidad la mayor censura oficial es la de la República Popular China. Uno de los servicios de comunicación a los que más atiende la censura china es internet. No ha de extrañar, pues ya en 2012 538 millones de personas utilizaban internet en China. Esta censura china se ocupa de que la entrada desde el exterior a la red china de internet solo se pueda llevar a cabo por unos pocos operadores autorizados; de ellos depende qué consulten los ciudadanos chinos fuera de su país y qué sitios web chinos se puedan consultar desde fuera. Así pues, el internet chino es más parecido a una intranet que al sistema descentralizado occidental. Esta censura china hacia el exterior se denomina «la gran muralla de fuego» o en otras traducciones «el gran cortafuegos» (Great Firewallssss1) y, en consecuencia, se habla de «saltar la muralla» (fanqiang) al hecho de conseguir acceder a los sitios web extranjeros censurados. Dentro del país, su actuación es distinta: los nodos de comunicación de cientos de ciudades tienen su propio equipo censor formado por unos mil censores en cada una de ellas; aparte, hay de 20.000 a 50.000 miembros de la policía de internet que dependen del Ministerio de Seguridad Pública del Gobierno chino.ssss1


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