Читать книгу Vergel de perfectísimas flores. El convento de Corpus Christi de Carcaixent онлайн

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El primero, un dominico murciano de la casa de los Vélez. Su nombre era fray Francisco Faxardo, fraile profeso en el convento de Predicadores de Valencia, de donde se había trasladado a San Esteban de Salamanca para cursar Artes y Teología, disciplina esta última en la que obtendría el magisterio poco antes de condecorársele con el título de regente de la Minerva romana.1 A su regreso a la capital del Turia tuvo una notable proyección académica a través de las aulas del Estudi General, en las que regentó una cátedra de Teología.2 Se ocupó igualmente de la conciencia de señoras y religiosas, como la madre Sisternes de Oblites, su más distinguida devota y a la que dedicó dieciséis cuadernos en folio que nunca vieron la luz.3

Tampoco llegarían a imprimirse las páginas que sobre sor Inés compuso otro de sus confesores. Nos referimos al padre Juan Bautista Catalá, de la Compañía de Jesús, doctor en Teología y catedrático de las universidades de Gandia y Valencia, que también había permanecido una temporada en la Corte de los papas –al servicio en este caso del duque del Infantado– antes de dedicarse por entero a la predicación y al confesionario, frecuentado durante un largo tiempo por nuestra monja.4


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